Por qué nos gusta R.A. Lafferty (1): Los seis dedos del tiempo

8 minutos

44 Nebulae Edhasa

Título original: “Nine hundred grandmothers” (1970)

Este volumen contiene el resto de los relatos aparecidos en la antología que Edhasa fraccionó en dos, el anterior volumen, titulado como el original, “Novecientas abuelas”, y el que nos ocupa, “Los seis dedos del tiempo”.

Lafferty no construye sociedades futurísticas ni se vale de alardes tecnológicos. Su ciencia ficción es satírica, con un estilo muy propio de los escritores de la Nueva Ola, hasta el punto en que cuando ésta pasó de moda, perdió popularidad y tuvo problemas para colocar sus historias en grandes editoriales, aunque no tuvo reparos en seguir publicando en fanzines. Fue un escritor de raza, a pesar de ser tardío (comenzó su carrera cumplidos los 45 años). Fue prolífico en relatos cortos, siempre sorprendentes por su originalidad.

Los seis dedos del tiempo

Este cuento se publicó en la revista “If” en el número de septiembre de 1970, con el título de “The six fingers of time”. Charles Vincent, el protagonista del relato, adquiere la capacidad de detener el tiempo a voluntad, mejor dicho, de ralentizarlo a muy poca velocidad, de tal manera de que es capaz de realizar, por ejemplo, su jornada laboral en un lapso muy corto. Todo el mundo se mueve a cámara lenta y se percibe a Vincent como un fantasma, lo que le permite todo tipo de travesuras. Pero no es el único que tiene esa habilidad, un personaje misterioso le advierte que corre el riesgo de morir por vejez extrema en pocos años, pues el tiempo es relativo y pasa a la misma velocidad en que se mueve.

Organización política y costumbres de los camiroi

Resulta difícil quedarse con un solo relato, pues la mayoría de los que completan esta antología resultan brillantes, pero sin duda uno de los que destaca es este “Polity and custom of the camiroi”, publicado en el número de junio de 1967 de “Galaxy”. Una delegación de terrestres es enviada a Camiroi para estudiar la civilización más avanzada entre los cuatro mundos humanos. Los visitantes reciben un plantón, pero se improvisa un grupo de voluntarios para atenderles (“todo ciudadano de Camiroi está calificado para suministrar información fidedigna sobre cualquier tema”). La conversación se torna delirante, los visitantes terrestres son empadronados al cuarto de hora; a la pregunta de cómo se elabora y funciona una ley, dado que ya son ciudadanos, se les invita a constituirse en un grupo y promulgar cualquier ocurrencia. Pero de ser ésta absurda, se corre el riesgo de ser mutilado y ejecutado. La revocación de una ley alegando motivos personales puede provocar un duelo a muerte de espadas. También determinadas leyes (“las que no han sido apeladas ni recusadas en nueve años”) pueden abolirse si el peticionario se amputa tres dedos, aunque para restaurarlas, basta cortarse un dedo. La constitución de los órganos de gobierno no es menos absurda, en general, la lógica del sistema legal de Camiroi parece haber sido diseñada por un admirador de Groucho Marx. Así, la delegación terrestre dictamina que los camiroi son unos bromistas que se valen de una inexpresiva cara de piedra para simular hablar en serio.

En nuestra manzana

Aparecido en “If”, en 1965, con el título de “In our block”. En éste encontramos más del humor absurdo, surrealista, que Lafferty tiene como una seña de identidad. Dos vecinos pasean por una calle en la que, de una pequeña casa decrépita, surgen camiones repletos de mercaderías, que para almacenarlos necesitarían un espacio diez veces superior al que tiene la casucha. Colindante a ésta hay otra, aún más pequeña, con el espacio justo para que una estenógrafa pública mecanografíe en cinco segundos una carta dictada, sin que aparezca una máquina de escribir. En la siguiente casa se sirve cerveza al gusto del consumidor y fresca, pese a que no dispone de refrigerador. Para más intriga, los comerciantes parecen ser de la misma familia.

Querida tragona

Publicado en “Fantasy & Science Fiction” con el título de “Hong-Belly honey”, en septiembre de 1965, quizá sea el relato más hilarante de la antología. Joe Spade nos cuenta en primera persona cómo, tras su visita a un “anapsicólogo merienda testas”, le surge la idea de tomar un socio y juntos construir el Pantófago, una máquina que elimina todo lo inservible. Es presentada en una feria, con gran éxito de audiencia. La máquina elimina la barba y bigotes sin valor ornamental, el peso superfluo, vacía los bolsillos repletos, despluma pollos, deshuesa asados, saca el apéndice… Abrumados por la cantidad de visitantes realizan un recuento y Joe Spade tiene que escabullirse al comprobar que el Pantófago también elimina personas inútiles.

Terror de siete días

Con el título original de “Seven day terror” apareció en el número de “If” correspondiente a marzo de 1962. Clarence Willoughby, de nueve años, construye un desaparecedor. Todo lo que se mira a través de él, se volatiliza en un parpadeo. Así, primero hace desaparecer al gato de la señora Manners, y a continuación, un surtidor de agua, provocando una inundación. Y en los siete días siguientes, el sombrero de Ozzie Murphy, los árboles del parque, las farolas, el coche de Wally Waldorf, el perro de George Mullendorf,… Una comisión encabezada por el mismísimo alcalde investiga los sucesos sin llegar a una conclusión, pero las sospechas conducen hasta la familia Willoughby.

Rana de montaña

“Frog on the mountain” es un cuento inédito que aparece por primera vez en esta antología. Aquí Lafferty ha querido presentarnos su manera de entender un relato de aventuras, como es de esperar, es poco convencional. Un humano terrestre llega al planeta Paravata, con el fin de completar la hazaña de escalar los tres niveles de la montaña y cazar y matar sucesivamente a Sinek el leopardo, a Riksino el oso, a Shasos el águila-cóndor y a Bater-Jeno el gran mono trepador (también traducible como rana de hombre rana) Todo ello, nunca conseguido por un humano. Sus motivaciones vienen dadas por la muerte de un amigo, asesinado justo al finalizar la odisea. El amigo se le aparece en los sueños y le va advirtiendo de los peligros. Para complicar aún más la aventura, el protagonista toma como guía a una vil criatura que también quiere matarle.

Valle angosto

El indio pawnee Clarence Montura Pequeña hereda de su padre, Clarence Montura Grande, el hermoso valle, “ancho, fructífero y verde” que siempre perteneció a sus ancestros. Sobre la parcela pesa un hechizo de protección, por el cual el valle se vuelve angosto ante los intrusos. Es decir, desde los lindes se ve como una zanja de menos de tres metros, pero si se lanza una piedra, ésta no alcanza nunca la cornisa vecina, se empequeñece y desaparece en su trayectoria. Pero aparece la pintoresca familia Rampart dispuesta a tomar posesión del valle, en virtud de la Ley de Colonización vigente, y no se amedrentaran con facilidad. En este relato, Lafferty se pone de parte de los indígenas, a quienes les fueron expropiadas las tierras, teniendo que pagar tributos por las asignadas. Pero no podemos ver a la familia Rampart con antipatía, Lafferty trata con humor hasta las cuestiones más serias.

A través de otros ojos

Viajar al pasado en una máquina del tiempo resulta ser una experiencia decepcionante. Por ejemplo, asistir a la coronación de Carlomagno será más recordada por el frío navideño imperante que por la ceremonia. Pitágoras se perderá intentado resolver un pequeño problema de agrimensura, Tristán se pasará la tarde afinando el arpa, Lancelot no podrá cabalgar por los dolores de espalda, y así todos… Entonces, el inventor Charles Cogsworth decide mirar más al presente, y crea el Observador Cerebral, que permite observar la realidad con los ojos de las otras personas que se conecten. Descubre, a través de otras miradas, cómo ver céspedes y cielos de colores más ricos, “a través de un gigante inspirado y casi divino, que ve un mundo al que todavía no se ha cansado”. Después de “quedar pasmado de admiración”, se conecta con Valery Mok, “una dama de belleza y encanto singulares”, de la que quedará asqueado por sus visiones obscenas, lascivas, cargadas de deseo, repulsivas, inmundas, diabólicas. Pero Valery también está conectada y puede ver a través de él un mundo con “los ojos de un muerto”, “incapaz de amar todo lo que existe”.

El agujero de la esquina

Se cierra el volumen

VALORACIÓN: 7,5 sobre 10.

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